abril 2015

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Una década de toda una vida

Posted on domingo, 5 de abril de 2015

Llegaste en el momento exacto, 
para declarar en mi todo aquello que más adoro de ti.

Yo no me acuerdo cómo fue, tu siempre me dices que me senté a tu lado y empecé a contarte mi vida, no me extrañaría. En realidad somos muy diferentes, a veces tan extremas que entre risas intentamos adivinar porqué nos entendemos, porqué nos amamos tanto, porqué es tan difícil vivir sin ti.
Nos hemos ido adecuando a la otra casi como por obligación y a la vez sin ninguna necesidad. A ti no te gusta la gente, y aún así, decidiste escucharme en un largo bla bla bla, y no se si fue porque estábamos en el M1 y no tenías hacia donde correr para escapar de mi voz de pito repitiendo bla bla bla, pero la cuestión es que ahí te quedaste, y casi 10 años después, seguimos exactamente en las mismas.
Madurar? es posible que lo hayamos hecho, pero con ese madurar no se perdió la libertad que siempre hemos tenido para hacer el ridículo, y al mismo tiempo criticar a aquellas que también lo hacen. Básicamente no hemos perdido la libertad para criticar a todo el mundo.
Me gusta cuando ríes, no cuando sonríes, porque eso es demasiado tierno, sino cuando te ríes a carcajadas y aprietas los ojos, y te tapas una pequeña parte de la cara con tu mini mano, que por alguna extraña razón la pones muy plana como si le fueras a pegar a alguien. Sí, a veces tienes un lenguaje corporal contradictorio, así como toda tú. Y por eso me diviertes tanto, esas contradicciones resultaron con el tiempo una constante bastante interesarte. Y te licenciaste en Filosofía, momento en que lo entendí todo.
Con el tiempo aprendí a ser un poco despiadada. No recuerdo si siempre fui así, solo recuerdo ser consciente de ello después de conocerte, por algo será. Creo que todo empezó, otra vez en el M1, cuando te burlaste de mi primer poema! Y tenías razón, es tan divertido ser despiadada.
Tu has sido para mi como ese chico malo del que todas nos enamoramos y pretendemos que cambien por nuestro amor. Por eso, otro de esos días haciendo el ridículo me declaré domadora de leones. Y es que cuando yo te conocí tu pelo se distribuía por el firmamento sin un orden cosmológico. Ahora se alisó y se estableció de acuerdo con el traje y las gafas que te pones para hacer conferencias. También ahora soy yo la que no se peina.
Me gusta el personaje que tomas cuando hablas en otro idioma. La tú francesa es toda finura, siguiendo una línea muy parisina que te hace caminar en puntitas incluso cuando no llevas tacones. Según lo que he visto ultimamente, la tú inglesa es una chismosa.
Adoro cuando no tenemos conversaciones intelectuales, o cuando estas conversaciones intelectuales que tenemos  toman un tono banal y bromista. Adoro nuestros chistes intelectuales, lo que en Cuba se llama “pujo”. Adoro no tener que demostrar los premios y las publicaciones, o los títulos. Adoro simplemente hablar sin pretensiones.
A lo largo de todo el tiempo juntas nuestras letras parece que también se hicieron íntimas, y mientras nosotras nos vestíamos iguales, y nos llamábamos novias, nuestras letras comenzaron a imitarse. Esta mimesis fue tal, que cuando nos reenviábamos por correo postal aquella libreta donde a través del Atlántico las dos escribíamos, y era una gran ilusión cuando después de varios meses, aunque nos escribíamos electrónicamente cada semana, esa libreta escrita por mil tonterías a mano me llegaba. Y a menudo cuando solo ojeaba me costaba reconocer donde acababas yo y donde empezabas a escribir tu.

Me gusta pensar en ti como mi compañera de vida, pero a la vez en ti ese concepto se magnifica, porque hemos sido compañeras en muchas vidas y por eso, todo lo que nos aleja nos acerca, todo lo que normalmente odiaríamos de otras personas hacen que nos queramos más. Hay tantas cosas de estos 10 años que no recuerdo, que siento como si caminara con una bolsa llena de arena y un pequeño agujero en el fondo. Así, cuando estamos juntas nos quedamos despierta hasta que la razón nos dice que hay que dormir, y recordamos, y nos contamos y filosofamos, y nos queremos. Simplemente al final de todo, después de toda esa distancia, entendemos porqué la vida es más linda a tu lado.


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